LOS DESEOS CONDUCEN A LA PERMANENTE PREOCUPACIÓN Y DECEPCIÓN, YA QUE TODO LO QUE SE DESEA DE ESTE MUNDO ES MISERABLE Y CORRUPTO.
Esta
frase fue escrita por Marco Aurelio Antonino Augusto, "El Sabio", fue
un Emperador y filósofo romano. Como emperador, a pesar de su temperamento
pacífico y su preocupación por la economía, se vio obligado a concertar
empréstitos forzosos y a desprenderse de parte del patrimonio imperial ante la
urgente necesidad de constituir un ejército de esclavos, gladiadores,
extranjeros y fugitivos, con el que hacer frente a la presión de los bárbaros;
así, rechazó a los germanos hasta más allá del Danubio. Está considerado como
una de las figuras más representativas de la filosofía estoica, y su obra más
importante es “Meditaciones”, escrita en griego helenístico.
El
deseo es el movimiento de la voluntad hacia el conocimiento, posesión o
disfrute de una cosa, es el anhelo de saciar un gusto, o el movimiento afectivo
hacia algo que apetece; es el motor que nos mueve a la autorrealización. Sin
este impulso vital, estrictamente humano, no tendríamos ningún proyecto, ni
podríamos superar la angustia existencial. Este deseo siempre permanece
insatisfecho aún cuando tengamos resultados; porque es el que nos obliga a
continuar con la búsqueda inagotable de nosotros mismos, a visualizar un nuevo
horizonte y a volver a empezar a pesar de los obstáculos.
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